Vaya manera de decirlo
todo y confundirme en la nada. Vuelvo a sentir el suspiro profundo y sonoro por versos de una alma que es libre,
bella y embarcada con miras hacia el norte, mientras zarpa de mi barco pienso:
(Léase con un tono sureño argentino), ¿Qué manera de beber vino?, ¿Qué manera
de cantar y recitar al pasado? Tal si fuera ayer nomas lo dolido, como siempre
sintiendo tanto y viviendo el momento. Por minutos sentí que nos engañamos con
las miradas, inmortalizando y
pronunciando otros nombres, recapitulando y riendo lo dolido. Te hablaba de los
ojos, de la profundidad, el misterio y todo aquello que esconden, mientras me
sofocaba el no poder hablar de los tuyos, ojos desafiantes como las de una
pantera cuando juega a las miradas, brillan al hablar de la suerte o se remojan
si le preguntas sobre la muerte. Un enigma que quisiera resolver, como sus
labios, su esclavina, su pasado su presente; desatar el fuego que funde
momentos, almas y cuerpos; así como premia a quienes aún profesan el arte de intimar con maestría,
más que autómatas minimalistas del sexo. Mi única forma de desfogar la locura
que siento por este ser es volviendo a escribir y recordar lo bello que es la
vida con un poco de picardía, música, letras y vino; porque la buena compañía
solo aceptan este tipo de citas y estrofas. Brindo por la cabellera de bohemia
que crece a la sombra de su pasado y florece como la vida misma en su presente.
¡Salud!